El odioso Retargeting se ha colado en nuestras vidas de forma masiva desde aproximadamente 1 año, mediante la implantación en Google Adsense, en la que miles de millones de sites controlan tu paso para volver a ofrecerte el producto por el que te interesaste ayer. Hacemos un balance de pros y contras.
El Odioso retargeting: un invento del diablo
El retargeting es la técnica de publicidad online en la que se instala una Cookie en tu ordenador guardando las preferencias de los sitios que has visitado o los productos que has consultado. Veamos mejor un gráfico que ilustra cómo funciona:
Se puede resumir, según la ilustración en:
1-El usuario busca, encuentra un portal, por ejemplo, de ropa y se va
2-El usuario se va a otros portales, y si tienen instalado Google Adsense, lee la cookie y te muestra publicidad del portal que anteriormente has dejado. Aquí puedes establecer la frecuencia con la que se quiere “machacar” al usuario.
3-El usuario finalmente hace click en tu portal y tiene una mayor probabilidad de realizar una compra.
Hasta aquí, la teoría es bastante bonita y eficiente. El problema viene cuando este retargeting se convierte prácticamente en un acoso.
Peligros del odioso retargeting
Desde el punto de vista del anunciante, no todo es tan bonito como que el usuario sea perseguido hasta que haga click. Aquí el tiro se le puede volver en contra si realiza un uso abusivo de frecuencia contra el usuario, y el efecto recuerdo puede ser un recuerdo especialmente negativo (un ejemplo de esto es un portal de carreras de directivos que se anuncia bastante a nivel internacional, y que personalmente en mi ha creado un recuerdo muy negativo de marca).
También hay que añadir ese efecto de sentirse observado y que el ordenador te diga activamente que “sabe” por todos y cada uno de los sitios que has visitado. Personalmente me da muy mal rollo, pero es cuestión de gustos.
Por último, creo que hay otra forma más original de llegar a los consumidores sin tener que machacarles la cabeza con el odioso retargeting, ya que a la larga puede generar el efecto contrario al deseado, o, cuando menos, que seamos aún más inmunes a la publicidad de los banners de lo que ya lo somos actualmente.